transigrafía de borde

transigrafiando ando

 transigrafía de borde                                      

La clase fue toda una experiencia, hubo unión entre secciones, caminata en conjunto, un ritual de limpieza de mirada que dio inicio oficial a este viaje que es la expresión gráfica y además un ambiente muy cálido a pesar del frío clima que nos ofrecía el día.

Recorrimos la costanera hasta llegar a Playa Carvallo, el lugar en el que luego tendríamos una experiencia inmersiva con el medio, que plasmaríamos en nuestras bitácoras pero también en nuestros corazones <3

Es inexplicable lo bien que me sentí y lo enriquecedora que fue la experiencia, cerré la semana con broche de oro y con el corazoncito llenito de amor y calma.

En 20 segunditos reuní pedacitos de la experiencia *transigrafiando ando*

                     registro fotográfico                  

viaje de la tierra al sol, el timbre que dio inicio a la aventura

hubo una limpieza de mirada y luego elegimos nuestro coligue, un implemento de la naturaleza para trabajar

la caminata grupal se hizo corta por la emoción de la actividad

con poesía, aliento y fuego se hizo el acto simbólico de encenderle fuego a la nave y dar pie de inicio al plasmar y sentir

me quedé con un vidrio de mar blanquecino, me gusta la idea de que esta belleza antes fue basura que dio a parar al mar

                                   

vidrio de mar 

bello trabajo desinteresado del inmenso mar

que recoge la botella tirada, como basura

y la erosiona con su danza de arena y agua 

hasta devolver a la orilla una bella creación 

gotitas de cristal en la arena, ni transparente ni opaca, pero lo suficientemente translúcida para ver el sol a través de ella y saber que ahí está 

y que aquí estamos...

in situ

resultados

                           otras fotitos que amé                           

amix <3

           Experiencia          

El andar por el borde costero, sintiendo el frío, el viento húmedo y el sonido del oleaje fue una forma de hacerse parte del medio. El irnos acercando poco a poco al que sería nuestro lugar de destino, caminando, viendo y oliendo me hizo adentrarme con fuerza en la experiencia. Es increíble como disfruté de un trayecto que hago todos los días, como me interioricé y valoré un paisaje que todos los días ojeaba, pero no veía.

Para llegar a la u paso todos los días por el lugar en el que transigrafiamos, así que conocía el lugar, pero nunca lo había visto de verdad, nunca me di el tiempo de detenerme y ver, y oler, y sentir. La rutina de pasar por ahí me hizo saltarme la experiencia que ahora viví en esa playita, el pasar cinco días de la semana por el mismo lugar lo hizo invisible para mí y se volvió un pedazo más de playa de todo el que veo en el camino, pero el ir y recorrer y plasmar me hizo ver arte en lo que antes fue insignificante.

Estar ahí fue darme cuenta de que en cada rincón de esta ciudad que poco conozco, hay algo que ver, por muy vano que pueda parecer, siempre hay algo en lo que uno puede detenerse y apreciar para recordar y crear paisaje.

Fue además una instancia de conexión, que a pesar del frío clima y de lo mala que soy para caminar, sentí muy en lo profundo de mi lo valiosa que fue esta actividad, que me hizo ver no solo con los ojos un paisaje que para mí era cotidiano y casi insignificante, convirtiéndolo en un sitio con valor e historia en este trayecto.

El frío del día se hizo un compañero más de la experiencia, el viento salado y pesado que casi se podía ver, fue también un elemento que destaco, el oleaje oscuro en un principio y más iluminado cuando terminó el día, le dio un tinte particular a la transigrafía y a la hora de llevar el paisaje y sentimiento al papel, fue como si pudiese ver el viento y cada gotita que salpicaba el inmenso mar, y así lo transferí al papel. El usar la bitácora que armé yo misma fue mágico, pues el ver y hacer el proceso de encuadernación le dio un significado importante y un valor que no solía darle a mi material de trabajo, tuve además una muy linda relación con el papel camisa de la bitácora (que no conocía) ya que conseguí danzar en el con mi coligue, dando 'líneas hechizadas' como las llama Giles Deleuxe, siendo guiada por el movimiento y sonido del oleaje del mar.

Andar ese día en particular, fue más que andar e hizo que esa pequeña playita sea para mí; a nivel de orientación un punto de referencia, pero también a nivel personal, un punto de encuentro.